Efesios 6: 11-18
Introducción:
La lucha que libra el creyente no es fácil, pues además de sufrir la hostilidad del mundo, enfrenta al enemigo de nuestras almas, que no solo influencia al mundo contra los cristianos, sino que ataca directamente con sus demonios, cuya finalidad es: “Hurtar, destruir y matar” (Jn.10:10).
El creyente debe estar consciente de la lucha que libra, para estar claro que necesita depender de Dios, quien ha provisto de una armadura, la cual, dice Pablo, que debe tomar: “De toda la armadura” (v.13).
Cuerpo:
v.11-13. Usar toda la armadura. Al igual que un soldado que va a la guerra, debe salir bien equipado. No está en que se elija de cual parte solo necesita, sino “Toda la armadura que Dios le ha provisto” (v.11). Pues la maldad del enemigo de nuestras almas no tiene límites (v.12-13). Dios conoce al enemigo y lo ha dado a conocer a sus redimidos, para que puedan estar bien preparados al recibir hostilidades de parte de él. El mismo señor Jesús declaró, diciendo que Satanás: “Ha sido homicida desde el principio y que, no hay verdad en él” (Jn.8:44).
La Armadura de Dios:
v.14. Ceñidos vuestros lomos con la verdad. Es el cinturón que sujeta bien y adecuadamente la armadura que lleva un soldado. Así la verdad de Dios, como un cinto que sostiene adecuadamente una armadura, así nos protegerá de las mentiras de Satanás y del mundo; La mentira es dada como una verdad para hacer tropezar al otro, por eso Jesús nos advirtió sobre él: “Homicida desde el principio y padre de mentira” (Jn.8:44). Engañó a Adán y a Eva y los hizo que tuvieran a su Creador como mentiroso y se rebelaron contra él (Gén.3:1-7).
v.14-b. La coraza de justicia. La coraza protege tanto el pecho como la espalda (los órganos vitales, uno de ellos, el corazón) del soldado. Así nuestro corazón necesita ser protegido de los ataque del diablo. El toca nuestras emociones, autoestima y la confianza para desestabilizarnos y alejarnos de Dios; las circunstancias adversas que sufrimos, el enemigo las aprovecha para desconcertarnos y turbarnos, creando así dudas, miedos y desconfianza en lo que hemos creído de Dios.
Jesús combatió a Satanás y lo venció al ser tentado por éste para que desistiera de su propósito; Jesús lo venció con la verdad de Dios: “Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás” (Mat.4:10-11). La verdad de Dios nos da la identidad de lo que somos ahora: Cristianos; y a la vez, es el fundamento de nuestra vida.
v.15. El Calzado de los pies. Con el apresto del evangelio de la paz. Los calzados de los soldados llevaban cuerdas para amarrar el calzado, es decir, el calzado debía ir bien seguro para que pudiese dar pasos firmes en combate. Así, necesitamos la buena disposición de realizar la obra de Dios y dar pasos firmes, sin variaciones en terminar la carrera cristiana.
En otras palabras, el evangelio nos da valores: Dignidad, verdad e integridad. No tengamos el evangelio como algo que se puede dejar a un lado, valoremos lo que Dios y su Hijo Jesucristo hicieron por darnos la salvación y la vida eterna: “El Padre no escatimó a su propio Hijo con tal de redimirnos” “El Hijo, Jesucristo, nos amó y se entregó por nosotros al morir, realizando la expiación de nuestros delitos y pecados”. Valoremos esa verdad.
Esos valores son atacados por el diablo y el mundo, queriendo que nosotros lo menospreciemos, como muchos lo han hecho poniendo a Dios en segundo lugar en sus corazones.
v.16. Sobre todo, el escudo de la fe. Para apagar todos los dardos de fuego del maligno. El escudo era una defensa que usaba el soldado contra todo lo que tiraba el enemigo, desde una flecha, lanza o espada para herirlo mortalmente. El creyente necesita ejercitar su fe en Dios de tal manera que en las circunstancias adversas: “Todo sucede para bien” Tanto en las enfermedades, en las angustias, en persecuciones, etc. La fe, creerle a Dios, su realidad, su verdad y su fidelidad; hará que avancemos firmes en medio de las dificultades. (Rom.8:28, 31-39).
v.17. El yelmo de la salvación. El casco de hierro que protege la cabeza y rostro del soldado. Un golpe certero en la cabeza o el rostro viene a ser mortal; Pablo llama a proteger la mente, es el campo que utiliza el maligno, atacando nuestros pensamientos para perder nuestra confianza y la fe en Dios, es decir, busca que perdamos la seguridad de nuestra salvación: Nos acusa, nos incita y manipula los sentimientos.
El ejemplo está en Jesucristo, que al verse vulnerable, Satanás le ofreció todos los reinos del mundo, mientras Dios le ofrecía que se sacrificara por los hombres, que al final, no querían nada de él y lo desecharon: “Y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: “Todo esto te daré, si postrado me adorares”. Jesús le respondió: “Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás” (Mat.4:8-11). Muchos se han rendido a los pies de los hombres quienes les ofrecen de una manera fácil de adquirir las cosas, sin ningún costo. Aunque al final, les destruye su integridad y dignidad, haciéndolos unos gusanos que solo se arrastran y chupan la sangre. Les hace perder el sentido de la vida, al hacerles perder los valores.
v.17. La espada del Espíritu. Que es la palabra de Dios. Es el arma que utiliza el soldado para librar las batallas y vencer. La palabra de Dios es un arma poderosa: “Más cortante que toda espada de dos filos, y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, discierne los pensamientos y las intenciones del corazón…Y es como martillo que quebranta la piedra” (Heb.4:12 y Jer.23:29).
En el creyente, la palabra de Dios: “Instruye en justicia, enseña, redarguye, corrige. A fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2Tim.3:16-17).
El ejercitar la fe y el conocimiento de la verdad y la fidelidad de Dios, viene a contrarrestar las herejías que causan división y confusión. Contrarrestar las filosofías de los hombres que pretenden socavar la fe del creyente. Pero a la vez, la palabra nos da respuesta y seguridad en medio de las dificultades que pasamos.
v.18. Orando en todo tiempo. Esto hará que podamos vestirnos y mantener la armadura de Dios de una forma adecuada. La oración es la vía que Dios nos ha provisto para conversar con él; así como él nos habla a nosotros por medio de su palabra.
Nos transmite su conocimiento, nos guía de una manera segura por el camino nuevo (el evangelio) que hemos tomado. Los hombres de Dios pudieron sostenerse y vencer, al orar, es decir, pedir a Dios la guianza, la fortaleza y la sabiduría.