EL CRISTO DE LA BIBLIA: ES EL VERDADERO SALVADOR E HIJO DE DIOS
Introducción:
Jesús tomó aparte a tres de sus discípulos a los cuales les revelaría su gloria, es decir, su Divinidad. Les reveló, que, además de ser el Mesías, era Dios. Ahora su palabra nos revela esa verdad (v.32).
Los discípulos también escucharían una voz que procedía de la nube que decía: “Este es mi Hijo amado; a él oíd (v.35).
¡Qué distante están los que comparan a Jesús con los hombres e ídolos! Así también, la forma en que se dirigen y el trato que le dan a él, por la misma razón de tener un pensamiento equivocado de lo que él es en verdad.
Mientras el discipulado le iba conociendo, su manera de pensar acerca de él como también su conducta, iba cambiando, de: ¿Y quién es este que hasta los vientos y las aguas le obedecen? Hasta confesar la verdad: ¡Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios Viviente!
Cuerpo:
v. 29-32. Vieron su Gloria. El aspecto de su rostro cambió y su vestido resplandeció. El evangelio de Mateo dice: “…Y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz” (Mat.17:2). El evangelio de Marcos, dice: “Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos” (Marc.9:3).
Sin lugar a dudas, les reveló su Divinidad; a Juan le fue revelado esa verdad y con seguridad pudo testificar, diciendo: “Y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14).
El escritor a Los Hebreos, expone que Jesús vino a ser distinto y superior a Moisés (Heb.3:3).
Era un delito señalar a alguien o llamarse así mismo el Mesías y era pena de muerte si se decía que era Dios, pues caía en blasfemia.
Pero los que recibían la revelación de la verdad de Cristo, podían exponer sus vidas, paro confesar y testificar la verdad de él; como el ciego de nacimiento, que clamó: “Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí” (Luc.18:38). Al llamarlo Hijo de David, estaba testificando que Jesús era el Mesías.
Ahora, ante la influencia de tantas religiones y filosofías, se han venido negando todas estas verdades, por la única razón de que en sus pensamientos no lo pueden concebir. Y es que nadie lo puede concebir, sino tiene la revelación, como el mismo Jesús dijo al discipulado, diciéndoles: “Esto no se los ha revelado carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (Mat.16:15-17).
v. 34-35. Este es mi Hijo Amado. La misma voz que escuchó Juan el Bautista al bautizar al Señor Jesucristo, es la que ahora escucharon los discípulos, quien dijo: “Este es mi Hijo Amado; a él oíd” (v.35). Es el testimonio del Padre, testificando a Jesucristo como su Hijo. Es la revelación del conocimiento de Dios a sus redimidos, la verdad del origen Divino de Jesús.
Por eso, el sacrificio que Jesús realizó para salvarnos del pecado es perfecto y suficiente, de tal manera que: “Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan” (Heb.9:28) Y se añade, diciendo: “Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos” (Heb.2:10).
Siendo el Mesías e Hijo de Dios, tiene la potestad y el poder de salvar a los hombres. Es la fe en esa verdad, la que nos garantiza la salvación.
v. 30, 33, 36. En ningún otro hay salvación. Moisés y Elías aparecieron al transfigurarse el Señor Jesús, dos fundamentos de la Ley y los Profetas; en Jesucristo se cumplirían la ley y las profecías, una vez cumplidas, entonces: “…Jesús fue hallado solo” (v.36). Y ante el mandato de Dios Padre, quien dijo: “A él oíd” (v.35). Jesucristo es la persona designada para la salvación de los hombres, solo en él hay salvación, en su nombre. Es la verdad proclamada al mundo, una verdad que han venido rechazándose al añadirles otros personajes y otras cosas: “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo” Siendo Jesús el principal fundamento de salvación para los hombres, los edificadores, es decir, la religiones equis cristianas, han venido rechazándolo poniendo o añadiendo otros fundamentos; rechazando así la verdad de la palabra de Dios: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hech.4:11-12).
Así también, el apóstol Pablo, testificaría la misma verdad, al decir: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio así mismo en rescate por todos” (1Tim.2:5-6).
Conclusión: Este es el testimonio de la veracidad que nos da la palabra de Dios acerca de Jesucristo, fuera de esta verdad sustentada por Dios Padre, es falso, es mentira, es otro Jesús. La decisión es tuya: “Creerás en la verdad de las Escrituras o seguirás con un falso Jesús fabricada por la religiones”