Introducción:
Este capítulo 16 nos muestra cuán importante era para el rey David la alabanza a Dios; no solo él lo hacía, sino que preparando instrumentos musicales levantó un gran grupo de salmistas para que en la congregación ante Dios se glorificara en la alabanza y adoración.
La iglesia debe entender que no solo es importante sino también parte del culto a Dios; no es un entretenimiento, ni para que la grey se sienta bien o le guste, ni para que los músicos y cantantes se exhiban, ni en la grey demostrar atributos, sino que todos eleven sus corazones, como una sola voz, la adoración y exaltación a Dios; Él es el centro de nuestra adoración.
En ella se proclama lo que es Dios y, su bondad y misericordia para con la humanidad, mayormente para los que le han creído y le sirven.
Cantar estas verdades de Dios, hace que el corazón del creyente se llene y se fortalezca en la fe.
Cuerpo:
v.8-12. Con un corazón agradecido. No importa la situación en la que el creyente se encuentre en el presente ya sea Sanos o enfermos. Ninguno de ello debe hacer que olvidemos lo que ha hecho Dios por nosotros: Nos ha dado la salvación. David dice: “Alégrese el corazón de lo que buscan a Jehová” (v.10). ¿Por qué? Porque él está atento a aquellos que le buscan sinceramente y le temen. Desde que él nos dio la salvación, nos ha bendecidos, de tal manera que: “Haced memoria de las maravillas que ha hecho” (v.12).
v.34-36. Proclamar su bondad y misericordia. David hace un clamor de salvación, amparo y de ser librados de las amenazas y hostilidades del mundo (v.35). El rey tenía testimonio de como Dios amparó y ayudó a sus antepasados y no duda en elevar esta oración (v.19-22). Él mismo había experimentado ese auxilio de Dios en medio de tantas hostilidades que sufrió.
El creyente no ha podido digerir las circunstancias adversas de tal manera que sus enfermedades o sufrimiento hacen que olvide las misericordias de Dios. David nos enseña que ninguna de sus adversidades pudo afectar su fe en Dios; en las buenas y en las malas nos motiva a: “Aclamad a Jehová, porque él es bueno; porque su misericordia es eterna” (v.34).
Que el creyente no vea el beneficio de Dios en el momento que clama, no cambia la verdad de Dios: “Dios es amor” (1Jn.4:8).
v.25-28. Proclamad su nombre. Los dioses en que confían los pueblos son ídolos, son nada; Dios es real. Dice el salmista que: “Jehová es digno de suprema alabanza, y de ser temido sobre todos los dioses. Más Jehová hizo los cielos” (v.25-27). El hizo (creó) los cielos, es decir, todo lo que existe; Solo él es Todopoderoso. Por eso, solo a él darle la gloria y poder; darle la honra debida (v.28-29).
Conclusión:
El creyente está en la verdad, vive una realidad. Es la restauración que hizo nuestro señor Jesucristo al hacer la expiación (liberación) de nuestros pecados de tal manera que nos ha dado salvación y vida eterna al liberarnos del pecado, de la condición de esclavitud de nuestras maldades. Por eso se nos llama diciendo: “Buscad a Jehová, buscad su rostro, él es nuestro Dios” (v.11, 14).