Introducción:
En el Antiguo Testamento, el Señor enseñó y a la vez se reveló a su pueblo, diciendo: “Oye Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” (Deut.6:4). Pero en su rebelión se hicieron sus becerros y enseñaban: “Que esos eran los dioses que los libró de la esclavitud de Egipto”. Lo hicieron en el monte Horeb; después, cuando el reino se dividió, el reino de Israel les volvió hacer los becerros para que los adorasen y no a su Dios que los había librado.
Esto se ha repetido a través de toda la historia humana, la búsqueda de un dios que les complazca, que les haga sentir bien y que les soluciones las cosas temporales.
Cuerpo:
v.15. La búsqueda de Dios. La gente que fue alimentada por el Señor Jesús, se vio motivada a buscarle. Sin embargo Jesús mismo les hizo ver el error de buscarle por asuntos puramente pasajeros, al decirles: “Me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis” (v.25). No es malo buscar a Dios en las aflicciones y necesidades, si es malo buscar solo un interés externo y no espiritual, en donde el hombre necesita ponerse en paz con Dios, es decir, de un sincero arrepentimiento de dejar de ofenderle con sus conductas inclinadas al pecado y a la maldad. Las iglesias se están llenando de personas así, y enseñados por irresponsables ministros que buscan complacer y hacer sentir bien a los asistentes.
v.27. El hombre se esfuerza por las cosas pasajeras. Como antes apuntamos, la gente busca de Dios solo favores externos, cuando en realidad su necesidad es profunda y es de caracter espiritual. Lo buscan por asuntos egoístas, físicos y materiales.
Él les indicó el camino que debieran tomar: “Trabajad no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece”. Las cosas externas son pasajeras y no traen la respuesta que creemos necesitar; el hombre necesita resolver su situación espiritual, es decir, ponerse en paz con su Creador, para que el propósito por el que fue creado tome su rumbo una vez más. ¡Cuantos han alcanzado éxito en sus vidas creyendo que serán felices y que ya lo lograron todo! Pero luego se dan cuenta que ese vacío que querían llenar aún continua y se frustran. Y vuelven a buscar eso que les hace falta en muchas otras cosas, en vanidades, distracciones y filosofías. Solo Dios puede llenar ese vacío y está en su propósito que él diseñó para el hombre. Como lo expresó el ciego de nacimiento a aquellos que ya no le reconocían y decían: “Él es; y otros: A él se parece. Él decía: “Yo soy” (Jn.9:8-9). Jesús le había abierto los ojos.
El pecado ciega el entendimiento del hombre de tal manera que se guían de acuerdo a sus propios razonamientos, y por eso tropiezan.
v.28-29. Buscarle en espíritu y en verdad. Cuando ellos le preguntaron al señor Jesús: ¿Qué debemos hacer? (v.28). Él les habló de creerle a Dios y en el que él había enviado. Es decir, preocuparse por las cosas que son eternas, que perduran.
Dios prometió a Abraham una tierra, la cual vino a conocerse como: “La tierra prometida”. Sus hijos, Isaac y Jacob, creyeron también en esa promesa; sin embargo no la poseyeron, sino que la habitaron como extranjeros y peregrinos ¿Por qué? El escritor a los hebreos dice: “Porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios…y…Una patria mejor, la celestial” (Heb.11:8-10, 13-16).
La mayoría de los cristianos poseerían la tierra y no aspirarían la que tiene fundamento (que se sostiene para siempre), es decir, la celestial.
Conclusión:
Querido lector, Dios es verdadero, y sus promesas son fieles. El vacío de tu corazón solo puede ser llenado por Dios a través de su Hijo Jesucristo, el cual es: El Camino, la Verdad y la Vida (Jn.14:6).
Y usted querido hermano, recuerda que las cosas del mundo son perecederas y no son la real solución como piensas; son necesarias, pero la real solución está en la fe, en permanecer y vivir para Dios.