1Crónicas 3: 13-14 (10-14) Con:Juan 2:19-22
Introducción:
Estos dos reyes de Judá, nos formulan un gran reto en la vida: Ir creciendo y perfeccionando la relación con Dios. Dos reyes que ascendieron, levantándose del polvo de la ruina espiritual.
Generalmente, lo que la historia humana nos ha enseñado es que el hombre va en descenso (va cayendo) hasta degradarse en la maldad: De Josafat, considerado un rey bueno, pero con grandes altibajos en su vida, hasta Acaz que se entregó a la maldad. Si bien, que en algunos de ellos fueron moderados (v.10-13).
Uno de los argumentos para justificar la maldad, es que sus padres los influenciaron con sus vidas o nunca los corrigieron. Una verdad a media; porque aunque tuvieron el mal ejemplo de sus padres, al llegar a la madurez, pueden modificar sus vidas para librarse de esa herencia maligna.
Sin embargo hay que reconocer, el efecto del pecado en el hombre, como está escrito: “El pecado está esculpido en la tabla de su corazón” (Jer.17:1).
Pero para eso vino Jesucristo, para deshacer el pecado, para liberar de la esclavitud del pecado al hombre. En Cristo el hombre puede ser restaurado.
Cuerpo:
v.13-a. El gran reformador. El rey Ezequías es uno de los ejemplos que tenemos de poder ascender en la vida sobre la maldad. Su padre, el rey Acaz hizo lo malo ante Dios; y a pesar de esa mala influencia que tuvo Ezequías, se le conoce como uno de los que restauraron el culto a Dios. Modificó su reino, haciendo volver al pueblo a la adoración a Dios. Hizo reparaciones importantes en el templo que sus padres habían abandonado. Además de eso, obtuvo una gran victoria contra la invasión de los asirios. Obviamente, el que quiera honrar a Dios y serle leal, el precio que se paga es bien alto, pero Dios estará ahí para ayudarle. La Biblia resalta la cualidad del rey Ezequías: “En Jehová Dios de Israel puso su esperanza; ni después ni antes de él hubo otro como él entre todos los reyes de Judá” (2Rey.18:5-6). Fue fiel a Dios. ¿Era perfecto? No. Cometió un grave error (imprudencia), les mostró a los babilonios los recintos del templo, de su casa y armamento (2Rey.20:12-19).
v.13-b. Avivamiento espiritual. El rey Josías, no recibió la herencia de lo que hizo su bisabuelo Ezequías, pues su abuelo y luego su padre, hicieron lo malo ante Dios, fueron perversos. Una vez más, se nos enseña que, cuando se busca a Dios de corazón, la vida puede ser librada del pecado y restaurada. A pesar de la apostasía de sus padres Manasés y Amón, Josías realizó un gran avivamiento espiritual. De 8 años empezó a reinar, y de 12 años restauró la vida espiritual del pueblo y del templo; llevó a la conversión tanto a los líderes de la nación, como la del pueblo. En él, se encontró la ley y la obedeció.
La palabra de Dios resalta su virtud: “No hubo otro rey antes de él, que se convirtiese a Jehová de todo corazón, de toda su alma y de todas sus fuerzas, conforme a la ley de Moisés; ni después de él nació otro igual” (2Rey.23:25).
¿Qué nos quiere decir, con estos dos ejemplos? Sí se puede levantar de las cenizas del pecado y de la maldad en Cristo Jesús, él dijo:
“Destruid este templo, y en tres días lo levantaré” (Jn.2:19-22). Los judíos le dijeron: “En 46 años fue edificado este templo”, ¿y tú en tres días lo levantarás? No se refería en sí al templo, a su estructura; sino a la vida misma de los hombres, que destruidos por el pecado, él puede levantarlos de los escombros, de la ruina en que encuentran.
La prueba de ello, fue su resurrección: “Venció la muerte” Solo tres días pudo retenerlo la tumba; cuando llegaron los discípulos donde él había sido sepultado, la noticia fue: “No está aquí, ha resucitado (Luc.24:4-9).