Introducción:
Este capítulo nos habla del respaldo de Dios al rey David al extender sus dominios más allá de sus fronteras. Los reyes de los otros pueblos, que eran vencidos, vinieron a servirle.
Las victorias en la guerra que libró contra ejércitos enemigos fueron contundentes.
Algo que mostró David, era que reconocía el respaldo poderoso de Dios, como está escrito: “Jehová daba la victoria a David, dondequiera que iba” (v.6).
Muchos solo miran estas proezas tanto de David como de otros siervos de Dios; y también han sido objetos de manipulación de los ministros que han vendido la palabra de Dios.
Nunca señalan que estas proezas que muchos sueñan alcanzar, no vienen como arte de magia, ni se realizan de la noche a la mañana, hay que trabajarlas, hay que estar dispuestos a pagar el precio que estos siervos bíblicos pagaron.
Debemos recordar el llamado de nuestro Señor Jesucristo:
“¡Trabajad! No por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece” (Jn.6:27).
Cuerpo:
v.14-17. La visión transmitida a otros. Siguiendo el principio de tener gente que ayudan al ministro, tienen que ser personas que conozcan a Dios, que conozcan sus principios y propósitos, y sobre todo, que le teman a Dios. David puso oficiales en su reino, cada quien en su cargo, y con responsabilidades.
Pareciera ser que en estos tiempos, las personas que rodean al ministro, son privilegios para disfrutar de una reputación, de distracción y entretenimiento, de tal manera que no toman responsabilidades que a una hora dada, tienen que dar cuenta. Las mayorías, al demandárseles y al disciplinarlos, se enojan y se rebelan.
Estos oficiales que rodearon a David, conocían sus responsabilidades:
Ejemplo:
-Cada quien en su privilegio dentro del reino, sabían lo que tenían que hacer y, de cuál era su responsabilidad. Tenemos el ejemplo de Abisai, comandante de una parte del ejército; combatió y venció al ejército de Edom e hizo que sirvieran a David, además, colocó guarniciones para proteger las fronteras. (v.12-13). Vemos que la misión fue cumplida, pero además de ello, consolidó la victoria.
v.6, 13. La relación y la visión de David con Dios. Esta relación de David con Dios, no era fácil sostenerla; pues, dependía de su reacción y actitud ante las adversidades. Las Escrituras son claras al darnos la historia de la vida de David, fue agitada, llena de contradicciones y trabajo arduo, en donde parecía que claudicaría en su fe. Pero se sostuvo, como Moisés: “Como viendo al invisible” (Heb.11:27).
Esto hizo que Dios le diera visión, es decir, propósito, la cual echaría andar hasta llegar a ser el recipiente directo de la línea mesiánica de donde aparecería el Mesías, nuestro Señor Jesucristo.
David mostró los errores humanos, sus caídas y pecados; pero perseveró en su fe, se mantuvo en medio de cada adversidad, como él mismo llegó a decir: “De mi dicen: No hay en él esperanza” Sin embargo, al igual que Abraham, siempre creyó: En esperanza contra esperanza” (Rom.4:18).
Llamado:
Para perseverar en la fe de Jesucristo, el cristiano, el servidor de Dios, necesita tener: Dedicación, esfuerzo y coraje. En una fe sencilla, pero a la vez firme y constante. El Señor Jesús hizo el llamado, diciendo: “Sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas” Pues, nos envía al mundo: “Como a ovejas en medio de lobos” (Mat.10:16).
Somos llamados a labrar nuestras vidas espirituales, nuestra relación con Dios, para obtener los resultados que esperamos; todo cristiano sueña gozar del respaldo de Dios, y al igual que la vida secular, se tiene que trabajar y ser constantes, enfrentando todos los obstáculos que se presentan.