Introducción:
Esta profecía del verso 8 es aplicada a los acontecimientos del lugar donde fue Cristo en su muerte: “En el cual también predicó a los espíritus encarcelados” (1Pe.3:18-20). Recordemos que el Señor Jesucristo hizo mención del Hades en donde existían dos sitios Luc.16:19-31: “El seno de Abraham (v.22), y el lugar de tormento (v.24). Estos dos lugares los separaba una gran sima (v.26).
Entonces, el lugar a donde fue Cristo, es al Seño de Abraham, en donde estaban los justos que creyeron a Dios y sus promesas, una de ellas, la manifestación del Mesías; no solo les anunció el cumplimiento de la promesa, sino que los traslado al lugar en donde Pablo llamó: El paraíso: “Conozco a un hombre en Cristo…fue arrebatado hasta el tercer cielo…que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables…de tal hombre me gloriaré” (2Cor.12:2-5).
Entonces, prosigue Pablo en la epístola a los Efesios, diciendo: “…Había descendido a las partes más bajas de la tierra” (v.9).
Sin embargo, Pablo aplica esta profecía de los salmos, a la caída degradante de la humanidad, a lo más bajo que puede caer en el pecado el hombre. Esto lo podemos apreciar en la narración del Hijo Pródigo en: Luc.15:11-32: El Señor Jesús narra como el joven llegó al punto de: Apacentar a los cerdos…Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos” (v.15-16). Para los judíos es abominación la carne de los cerdos, pero el joven no solo cuidaba cerdos, sino que deseó lo que comían los cerdos a causa del hambre.
Cuerpo:
v.8-10. El sentir de Cristo es el mismo que debe haber en el creyente. Desde su lugar de morada, el tercer cielo, el Señor Jesús descendió a las partes más bajas de la tierra (v.9); lo podemos comprender mejor cuando se narra lo que hizo para salvarnos: “Siendo en forma de Dios, no estimó ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló así mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filp.2:5-8). Y así como se humilló (descendiendo a las partes más bajas de la tierra), “Dios lo exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre sobre todo nombre…de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra” (Filp.2:9-11).
Es un llamado que se hace al creyente, en su entrega, dedicación y lealtad a Dios. Que así como Cristo se entregó, así debe el cristiano dedicarse a la obra de Dios.
v.7. Las habilidades humanas disponerlas para Dios. El cristiano entiende ahora que las habilidades que tiene, ahora lo debe usarlas para Dios: El que toca un instrumento musical, el que canta, el que sirve, etc. Como está escrito: “Y dio dones a los hombres” (v.8).
v.11-16. Los Ministerios. Cuyos propósitos son para: Perfeccionar a los santos para la obra. Para la edificación del cuerpo de Cristo y para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina errada (v.12-14). Es decir, además de nutrir al creyente en la fe y en el conocimiento de la voluntad de Dios, sean eficaces en realizar la obra de Dios.
Otro propósito es la Unidad de los miembros del cuerpo de Cristo: “De quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor (v.16).
Conclusión:
La iglesia en la obra de Dios, debe realizarla en equipo, lo que nos muestra al final Pablo, es que en conjunto, cada quien en el privilegio de servir, haga su trabajo con una sola visión.
En la iglesia primitiva, vemos que al tocar un tema de lo que sería la convivencia entre judíos y gentiles, los líderes de la iglesia: Apóstoles y los ancianos (Hech.15:6); en conjunto tomaron una decisión para que la iglesia no tuviese contra tiempo en la evangelización (Hech.15:15-35).
Cada cristiano es responsable de guardar la unidad entre los miembros de la iglesia; tiene que guardar su compostura ante Dios y no permitir que en una situación controversial, tome decisiones que en vez de unir y edificar, venga a ser objeto de división.