SOMETERNOS: BUENA DISPOSICION DE OBEDECER LA VOLUNTAD DE DIOS

Efesios 5: 21-33

Introducción:

El tema de la sumisión no es bien recibida debido a que se tiene que obedecer la voluntad de otro.

La Biblia nos enseña que someternos a la voluntad de Dios es en aras de la salvación y la vida eterna y también para tener éxito en nuestra relación con Dios.

Jesucristo es el mejor ejemplo al someterse a la voluntad del Padre para el propósito de la redención del hombre. Nadie duda de que el sacrificio de Cristo fue perfecto y es único para dicha redención, de tal manera, como está escrito: “Y en ningún otro hay salvación” (Hech.4:12). Y: “Un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo” (1Tim.2:5).

Esto anterior, nos atestigua que el propósito de la salvación no falló, de tal forma que no se necesitan otros mediadores o maneras para alcanzar la gracia de Dios.

Todo ello gracias a la buena disposición del Señor Jesús de someterse a la voluntad del Padre, viniendo como Siervo de Jehová (Is.52:13). Y siervo, en el buen sentido de la palabra, no como un mero título como se pretende ahora en los ministros, no; sino en realidad, pues sometió su voluntad a la voluntad de su Padre: “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Luc.22:42).

Hasta ahí, el cristiano está de acuerdo y aprueba que está bien; pero el apóstol Pablo cuando llama a someterse, se refiere a los hombres: “Someteos unos a otros” (v.21). Como se mira en el matrimonio en donde los conyugues son llamados a someterse uno al otro (v.22 y 25). Así en la iglesia, los creyentes son llamados a someterse.

Cuerpo:

v.21. Un acto voluntario y espontáneo.  El matrimonio, para que tenga éxito en su relación, el principio es el sometimiento de ambos: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor” (v.22). Y: “Maridos, amad a vuestras mujeres así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó por ella” (v.25). Pareciera que hay una desproporción en el llamado, como machista, pero no. El sometimiento del marido a la mujer va más allá de un simple amor, el amor que se le pide hacia su mujer es como la del Señor Jesús: “Como amó a la iglesia, y se entregó así mismo por ella” Se habla de un amor sacrifical, de una entrega de tolerancia, de bondad y abnegación. Tal como lo describe el apóstol en primera de Corintios:

“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser” (1Cor.13:4-8).

Cuando una pareja se une en matrimonio, si lo impulsa el amor, entonces el sometimiento lo hace de una forma espontánea, es decir, sincera; y lo hace de una forma voluntaria, es decir, que se despoja en dar sin esperar a recibir. De ahí el que se llama al sometimiento de unos a otros “En el temor de Dios”.

v.32. Un matrimonio saludable y exitoso. Si bien se señala el matrimonio y otorga principios para una relación exitosa; Pablo nos recuerda que: “Mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia”. La existencia de la iglesia tiene como objetivo el ser testimonio al mundo de la verdad de Dios, de la realidad de Cristo y su sacrificio para la salvación de los hombres. Y para que tenga éxito en su vocación, es necesario, tal como en el matrimonio, el sometimiento de los unos a otros, de una forma espontánea y voluntaria: Del pueblo a los que sirven a Dios, igual del servidor de Dios al pueblo.

El pueblo tiene el deber de conocer la palabra de Dios, es decir, los principios, voluntad y propósito de Dios; esto hace que el que sirve, tenga la responsabilidad y la obligación de someterse a Dios para entregar la palabra tal como Dios quiere que se entregue, a la vez de guiar y dirigir de acuerdo a la voluntad de Dios, le parezca o no.

Y al igual que muchos maridos o esposas, que rechazan este llamado, así muchos son los servidores que han pretendido, según ellos, añadir o quitar de la palabra, para una mejor y excelente dirección, ajustándose a los tiempos modernos. Entonces tanto los unos como los otros han torcido los principios de Dios acomodándolos a su modo de pensar y de gustos.

Tal relación, serán y han sido un total desastre.

Conclusión:

La iglesia ante Dios, es santa (v.26); es gloriosa, sin ningún motivo de regaño (v.27). Debido al sometimiento espontáneo y voluntario de Cristo al Padre.

Y una iglesia así, entre los creyentes, al someterse como Cristo lo hizo, tendrá éxito en su relación con Dios y éxito en su vocación, gozando del respaldo Divino.

El apóstol Pablo, nos presenta a una familia que es un modelo de entrega y de servicio:

“Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanas es las primicias de Acaya, y que ellos se han dedicado al servicio de los santos. Os ruego que os sujetéis a personas como ellos, y a todos los que ayudan y trabajan” (1Cor.16:15-16)

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