UNA MUTUA SUMISION LLEVARA AL RESPETO Y ARMONIA CON EL PROJIMO

Efesios 5:22, 25. 6:1-9

Introducción:

La sociedad de los tiempos del apóstol Pablo, estaba marcada por estrictas reglas y costumbres de caracter inhumano:

-Las mujeres eran sometidas al marido y en su soltería a los padres.

-Se practicaba la esclavitud.

Y pareciera ser que Pablo compartía ese estilo de vida al dar instrucciones usando la palabra «sumisión.» Pero es todo lo contrario, en la vida nueva con Cristo, el sometimiento debe ser y es mutuo, en donde el propósito es alcanzar una perfecta armonía entre las relaciones de familia, asi tambien entre la sociedad.

Si ponemos atención a la lectura, el llamado es: “Someteos unos a otros en el temor de Dios” (v.5:21).

Cuerpo:

v.22,25. En un perfecto vínculo del matrimonio. El amor y no el interés egoísta de alguno de los conyugues, hará que exista una buena disposición de respetarse mutuamente, de ahí el llamado de: “Someterse unos a otros” Y ambos sometidos al principio de Dios que los guiara y les ayudará en su relación.

En un noviazgo, ambos son atraídos y se admiran entre sí debido al amor; después de contraer matrimonio, sucede que se irán conociendo el lado de sus defectos y es ahí en donde se debe cultivar el respeto: “Al someterse el uno al otro”. Pero el problema es cuando se pierde el respeto y se pierde la armonía que se anhelaban ambos.

v.6:1-3. El vínculo entre los hijos y los padres. Los hijos son llamados a honrar a sus padres, eso es someterse a este principio de la honra debida a los padres. Los hijos deben visualizar su futuro en los consejos que reciben de sus padres y que, muchas veces no debe faltar la disciplina y el castigo, si fuese posible. Recordando lo que Pablo dice: “Ninguna disciplina es motivo de alegría, sino de tristeza, pero después da fruto apacible de justicia” (Heb.12:13). Es decir, la recompensa es grande. Vemos que este mandamiento a los hijos está sujeto a promesa: “Para que les vayan bien, y seas de larga vida sobre la tierra” (v.3).

v.4. El padre sometido a su hijo. Extraño decir así las cosas; pero se refiere a que la autoridad del padre de imponer disciplina va en aras de buscar protección y a la vez de mejorar la condición de vida en sus hijos cuando estos sean adultos. Para ello, dentro del principio, debe existir instrucción antes de la disciplina: “Instruye al niño en su camino. Y cuando fuere viejo no se apartará de él” (Prov.22:6).

Es decir, el padre es responsable de forjar la vida de sus hijos a que sean de bien y alcancen una mejor condición de vida.

Entonces, en vez de pretender hacer comprender a sus hijos a golpes y a gritos, se trata de disciplinarlos y amonestarlos en el Señor.

v.5-9. Las relaciones laborales entre siervos y amos. Los dos son llamados también a someterse el uno al otro, en un mutuo de respeto y responsabilidad:

-Los siervos, deben, dentro de su responsabilidad, ser humildes, teniendo buena voluntad de servir. Eso sí, no al ojo humano (no ser yoyos ni ladrillos, como despectivamente se dice) sino sirviendo como al Señor, es decir, siendo testimonio vivo de la gracia de Dios en Jesucristo.

-Así los amos, entendiendo que no están haciéndoles ningún favor al darles trabajo, sino recompensando por el trabajo que los siervos hacen, como está escrito: “El obrero es digno de su salario”. Por ello, les debe también respeto, no amenazándolos ni menospreciándolos. Pablo les dice: “Y vosotros, amos, haced lo mismo”.

No les está pidiendo otra cosa que el respeto que merecen los siervos como personas que son, y que la paga que reciben, no es una dádiva, sino que obligación de pagarles, reconociendo sus labores.

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