EL CRISTO DE LA BIBLIA: ES EL VERDADERO SALVADOR E HIJO DE DIOS

EL CRISTO DE LA BIBLIA: ES EL VERDADERO SALVADOR E HIJO DE DIOS

Lucas 9: 28-36

Introducción:
Jesús tomó aparte a tres de sus discípulos a los cuales les revelaría su gloria, es decir, su Divinidad. Les reveló, que, además de ser el Mesías, era Dios. Ahora su palabra nos revela esa verdad (v.32).
Los discípulos también escucharían una voz que procedía de la nube que decía: “Este es mi Hijo amado; a él oíd (v.35).
¡Qué distante están los que comparan a Jesús con los hombres e ídolos! Así también, la forma en que se dirigen y el trato que le dan a él, por la misma razón de tener un pensamiento equivocado de lo que él es en verdad.
Mientras el discipulado le iba conociendo, su manera de pensar acerca de él como también su conducta, iba cambiando, de: ¿Y quién es este que hasta los vientos y las aguas le obedecen? Hasta confesar la verdad: ¡Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios Viviente!
Cuerpo:
v. 29-32. Vieron su Gloria. El aspecto de su rostro cambió y su vestido resplandeció. El evangelio de Mateo dice: “…Y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz” (Mat.17:2). El evangelio de Marcos, dice: “Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos” (Marc.9:3).
Sin lugar a dudas, les reveló su Divinidad; a Juan le fue revelado esa verdad y con seguridad pudo testificar, diciendo: “Y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14).
El escritor a Los Hebreos, expone que Jesús vino a ser distinto y superior a Moisés (Heb.3:3).
Era un delito señalar a alguien o llamarse así mismo el Mesías y era pena de muerte si se decía que era Dios, pues caía en blasfemia.
Pero los que recibían la revelación de la verdad de Cristo, podían exponer sus vidas, paro confesar y testificar la verdad de él; como el ciego de nacimiento, que clamó: “Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí” (Luc.18:38). Al llamarlo Hijo de David, estaba testificando que Jesús era el Mesías.
Ahora, ante la influencia de tantas religiones y filosofías, se han venido negando todas estas verdades, por la única razón de que en sus pensamientos no lo pueden concebir. Y es que nadie lo puede concebir, sino tiene la revelación, como el mismo Jesús dijo al discipulado, diciéndoles: “Esto no se los ha revelado carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (Mat.16:15-17).
v. 34-35. Este es mi Hijo Amado. La misma voz que escuchó Juan el Bautista al bautizar al Señor Jesucristo, es la que ahora escucharon los discípulos, quien dijo: “Este es mi Hijo Amado; a él oíd” (v.35). Es el testimonio del Padre, testificando a Jesucristo como su Hijo. Es la revelación del conocimiento de Dios a sus redimidos, la verdad del origen Divino de Jesús.
Por eso, el sacrificio que Jesús realizó para salvarnos del pecado es perfecto y suficiente, de tal manera que: “Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan” (Heb.9:28) Y se añade, diciendo: “Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos (Heb.2:10).
Siendo el Mesías e Hijo de Dios, tiene la potestad y el poder de salvar a los hombres. Es la fe en esa verdad, la que nos garantiza la salvación.
v. 30, 33, 36. En ningún otro hay salvación. Moisés y Elías aparecieron al transfigurarse el Señor Jesús, dos fundamentos de la Ley y los Profetas; en Jesucristo se cumplirían la ley y las profecías, una vez cumplidas, entonces: “…Jesús fue hallado solo” (v.36). Y ante el mandato de Dios Padre, quien dijo: “A él oíd” (v.35). Jesucristo es la persona designada para la salvación de los hombres, solo en él hay salvación, en su nombre. Es la verdad proclamada al mundo, una verdad que han venido rechazándose al añadirles otros personajes y otras cosas: “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo” Siendo Jesús el principal fundamento de salvación para los hombres, los edificadores, es decir, la religiones equis cristianas, han venido rechazándolo poniendo o añadiendo otros fundamentos; rechazando así la verdad de la palabra de Dios: Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hech.4:11-12).
Así también, el apóstol Pablo, testificaría la misma verdad, al decir: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio así mismo en rescate por todos (1Tim.2:5-6).
Conclusión: Este es el testimonio de la veracidad que nos da la palabra de Dios acerca de Jesucristo, fuera de esta verdad sustentada por Dios Padre, es falso, es mentira, es otro Jesús. La decisión es tuya: “Creerás en la verdad de las Escrituras o seguirás con un falso Jesús fabricada por la religiones”

LA VISION EN CIRUNSTANCIAS ADVERSAS

LA VISION EN CIRUNSTANCIAS ADVERSAS
Introducción:
La situación para el apóstol Pablo iba de mal en peor; una vez metido en la fortaleza para ser librado de la muerte, el tribuno ordena que fuese lapidado para ver la causa del alboroto y acusación. Aunque logra Pablo evitar el castigo, fue consignado para enfrentar el juicio del Sanedrín, quienes no repararían en buscar todos los medios para condenarlo a muerte. Sin embargo, en medio de esa tragedia, estaban los designios de Dios; el Espíritu Santo estaba guiando las cosas de acuerdo al propósito de Dios, de que el mensaje del evangelio fuera llevado a las naciones, y para ello, era necesario que Pablo pasara todas estas cosas que lo llevarían a testificar antes gobernadores y reyes. Esto es Visión, la visión lo da la fe, que según las Escrituras es: “La certeza y la convicción de lo que se espera y de lo que no se ve” (Heb.11:1,6). La visión en las diferentes cosas a desarrollar, tiene sus riesgos y costos.
Cuerpo:
v. 22-24. Desecharon su testimonio. Pablo pudo por fin dar su testimonio ante los judíos, con la esperanza de que se convirtieran, sin embargo, la incredulidad, que viene del endurecimiento del corazón del hombre, hicieron que rechazaran su testimonio y arremetieron contra él para matarlo. Cumpliéndose a si lo dicho por el Señor Jesús: “No recibirán tu testimonio acerca de mí” (v.18). Su testimonio encendió más los ánimos de los judíos de tal manera que pedían su muerte, esto es lo que llamamos: “Odio a la Fe”. A veces pensamos que la gente escucha lo que decimos, pero es todo lo contrario: Oyen pesadamente, no quieren oír y desechan el mensaje de salvación. Muchas veces el cristiano olvida o ignora que fue enviado: “Como ovejas en medio de fieras depredadoras”
v. 24-29. Cuando se usan los medios para beneficio de la obra. Cualquiera juzgaría que el apóstol Pablo apeló a su ciudadanía para salvar su vida; oportunamente sí se libró de ser castigado, pero en su pensamiento estaba la obra de Dios, el propósito de Dios. ¡Cuántos no se equivocan al juzgar de esa forma pensando que el Ministro de Dios busca su propio beneficio! Y como vemos más adelante, este concepto errado es anulado.
v. 30. Testimonio ante el pleno del Sanedrín. Aunque el Sanedrín vio la gran oportunidad para destruir al apóstol, para Pablo era la gran oportunidad de testificar acerca de Cristo. Vemos aquí los resultados de haber apelado a su ciudadanía; ahora tenía ante él a los miembros del Sanedrín. Dijimos que la Visión tiene sus riesgos y sus costos, pero al final tiene sus resultados esperados de acuerdo a la voluntad de Dios. Por eso, queridos hermanos, es importante la humildad, la obediencia y la sujeción, para que se cumpla el propósito de Dios por medio de sus vidas. Pero cuando renunciamos o renegamos de estos tres principios, no permitimos obtener lo que anhelamos, como es alcanzar el éxito.

TODOS TIENEN LA OPORTUNIDAD DE CREER EN JESUCRISTO

TODOS TIENEN LA OPORTUNIDAD DE CREER EN JESUCRISTO

Lucas 10: 21-24

Introducción:
El Señor Jesús siempre mostró tristeza ante la incredulidad que encontraba en muchos, aún de los líderes religiosos que servían a Dios en el templo. Aunque suena contradictorio, pero esa fue la realidad que él enfrentó, como está escrito: “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron” (Juan 1:11). Pero también mostró regocijo por aquellos que creyeron a la palabra de Dios y en él (v.21). La fe no es ciega, es la incredulidad originada por la soberbia del hombre la que no permite poder creer y se extravían de la fe. La Escritura dice: “…Se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necio” (Rom.1:21-22).
Cuerpo:
v. 21. Las reveló a los niños. Así comparó a los que con humildad creían en él y recibían la palabra de Dios. Jesús llamó a sus discípulos a ser como niños con respecto a Dios. Apeló al carácter de un niño, su inocencia, que muchos equivocadamente lo relacionan con: Ignorancia o debilidad. Por eso la palabra de Dios dice: “Lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte” (1Cor.1:27). El Señor no se goza de los que sufren; por eso con regocijo, dijo: “Yo te alabo, oh Padre…porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó”. ¿Dios está en contra de los sabios? ¡No! Está en contra de la soberbia que los esclaviza, extravía y los ciega del camino a Dios.
v. 22. Aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. La palabra de Dios es clara al decir que: “Dios no hace acepción ni distinción de personas”. La palabra de Dios es predicada a todos, sin embargo, la condición es que hay que recibirla con humildad ¿Qué significa esto? Que el hombre reconozca su pecado y maldad para que pueda proceder a un genuino arrepentimiento. Ningún médico puede proporcionar un medicamento a un enfermo, sin antes descubrir el mal. Jamás un hombre podrá tener un genuino arrepentimiento sino se da cuenta de su estado malo. El problema del sabio y del entendido es llegar a creerse que todo lo puede hacer y que no necesita de nadie, y que, lo que ha alcanzado es debido a su gran cerebro y astucia y no da gloria a Dios. Mientras el humilde, reconoce a Dios y le da gloria en todos sus caminos. Entonces, en la soberanía de Dios, él revela su conocimiento a los que abren su corazón reconociendo genuinamente su necesidad ante Dios: “…Nadie conoce quien es el Hijo sino el Padre; ni quien es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. En este punto es donde muchos, que dicen que han creído en Jesús, han errado, así como muchos predicadores, a los cuales la palabra les señala como ciegos.
v. 23-24. La Bienaventuranza de los que creen en Jesús. Los siervos de Dios del Antiguo Testamento, que profetizaron acerca de la venida del Mesías, desearon ver esos días, desearon estar ahí. Es la expresión acertada de Jesús, al decirles a los que había y han de creer en él: “Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis; porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no l oyeron” (v.23-24) ¡Cuántos aprovecharon la presencia de Jesucristo desde grandes maestros y ricos, hasta pobres e indigentes! Pero otros, en la soberbia de su sabiduría y entendimiento, no pudieron ver en Jesús la realidad, la verdad de Dios. Muchos líderes, como: El Sumo sacerdote, el rey Herodes y el gobernador Pilatos; lo tuvieron en sus manos, tuvieron la oportunidad al hablar con él frente a frente, como habló Moisés con Dios; pero la incredulidad y su envanecimiento de sus razonamientos oscurecieron sus ojos para no poder ver en Jesucristo su salvación. Una historia, que se ha venido repitiendo hasta el día de hoy. La Biblia dice, que está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón.